15 mar 2015

La mezquindad se pinta de amarillo

Han bastado sólo dos meses de la nueva gestión Castañeda para constatar que estamos ante una grave quiebra en un conjunto de reformas y políticas importantes para Lima y que requieren continuidad y compromiso político con visión de futuro.  Cuando nos tocó asumir la gestión de Lima, en el año 2011,  encontramos problemas, y algunos muy serios, provenientes de la gestión anterior, pero no se nos ocurrió empezar a destruir todo lo hecho sin importar los intereses de la ciudad.  
El Metropolitano que heredamos, esquema que Castañeda tomó de Andrade (no fue su propuesta, ¿recuerdan?) estaba en grave riesgo operativo y financiero.  Los estimados de demanda que se habían usado para negociar los contratos con los operadores sobre-estimaron la demanda en 600 mil viajes, cuando la realidad era que el nuevo sistema apenas llegaba a 300 mil.  Pese a esa grave deficiencia de origen, lo responsable era continuar con este esquema por su alto valor para Lima. Así lo hicimos, se retiraron las rutas que debían retirarse, ampliamos estaciones y se culminaron obras complementarias y diversos servicios adicionales en favor de los usuarios.  El Metropolitano, con mucho esfuerzo y apoyo municipal, duplicó sus viajes en los primeros tres años de nuestra gestión y así fue posible seguir adelante con este elemento clave de la modernización del transporte.

Pero todos sabemos que el Metropolitano puede atender a sólo un 5% de los viajes de Lima y como tal no puede resolver el problema central (el tren eléctrico atiende a lo más a otro 4%).  Es más, actualmente ya no es viable plantear corredores segregados adicionales como el Metropolitano en Lima porque está en marcha la construcción del sistema de metros por parte del gobierno central.  Para resolver el problema del 90% restante de los 13 millones de viajes, lo responsable era (y es) apostar por el sistema de corredores complementarios y de integración con buses de gran tamaño como la columna vertebral del sistema para sacar a Lima del caos del transporte. Y eso es lo que iniciamos.

La Reforma está orientada conectar todos los sub-sistemas (metro, segregados, complementarios y rutas de integración) en un solo sistema integrado.  Pero sobre todo, su mayor apuesta es por crear consorcios empresariales de escala operativa adecuada y eliminar el nefasto esquema comisionista-afiliador que es la base del desorden y una buena parte de las muertes y contaminación en las calles de Lima.  Esta es la esencia de la Reforma del Transporte que tanto ha costado iniciar en Lima, enfrentando diez paros promovidos por los intereses afectados (Orión y otros).  Esta es la Reforma que hoy la gestión castañedista se empeña en negar, y más grave aún, ha empezado a demoler pese a que contó y cuenta con amplio respaldo de la ciudadanía. 

Lo que vemos es una gestión Castañeda con sed de venganza y con la ceguera y soberbia propia de políticos inmaduros incapaces de deponer sus emociones o rencillas en favor de los intereses colectivos de nuestra ciudad.  El brutal desmontaje que está haciendo de toda la Reforma del Transporte es un grave atentado contra Lima y nos hará retroceder más de una década sin ninguna duda. Más aún, impedirá hacer cambios significativos en materia de transporte por mucho tiempo. Ningún inversionista serio, y ningún transportista de buena fe querrá saber más de reformas de transporte en nuestra ciudad. Por el bien de Lima, ojalá Castañeda enmiende, nunca es tarde, aunque parece que la sabiduría y la visión de futuro no son el fuerte del re-electo alcalde y sus correligionarios. 


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Escribe Eduardo Zegarra, Ex teniente alcalde de Lima

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