11 feb 2013

El No y el Sí


A 35 días de la consulta revocatoria en Lima, los números se están moviendo, esta vez en favor de la alcaldesa Susana Villarán y de sus regidores. El No, sometido durante varias semanas a un intenso fuego enemigo y a la crítica de su estrategia, ha empezado a romper el cerco político y mediático y la pretensión de construir por adelantado una opinión pública concluyente dispuesta a prescindir de la actual administración municipal.
Los mensajes elegidos contra la revocación han empezado a rendir sus frutos desmintiendo la apreciación que consideraba errónea la apuesta por la transparencia, el orden y la continuidad de gobierno. La nutrida legión de publicistas, profesionales o profanos, que cuestionaron vivamente los colores, voces y lemas del No, están siendo decepcionados.
Es probable que una parte de los resultados provisionales de la campaña por la revocación se deba también al comportamiento del Sí. Su principal error parece ser el abuso del discurso crítico, llevado hasta la descalificación y el insulto. En esa línea se ubica la politización de la campaña reflejada en el ingreso a ella del Apra, que ha llevado a esta competencia un discurso pleitista y destructivo afianzando en un sector de la población  la idea de que el Sí quiere principalmente derribar, echar y destruir.
El No está logrando afirmar en la opinión pública el criterio de que la ciudad importa, más allá de sus autoridades y que para la vida de ella y de sus ciudadanos es fundamental el orden, la inclusión, las oportunidades y la confianza. Los famosos paneles del No han logrado introducir la convicción de que la ciudad merece ser defendida. Frente a ello, la estridencia del Sí, portadora de denuncias y ataques, luce invasiva y oportunista.
Sin embargo, sería injusto reducir todo a la propaganda. El No ha ganado hasta ahora la batalla de las voces, un esfuerzo que inicialmente recibió de sus críticos burlas e ironías por un supuesto elitismo. El llamado contra la revocación de los gremios de empresarios y de trabajadores, la CGTP y la CONFIEP, ha sido acompañado del pronunciamiento de casi todos los partidos democráticos y varias personalidades políticas. No es esta la era de los partidos, pero los ciudadanos aprecian los momentos en que los políticos superan sus diferencias por objetivos superiores.
En tanto, en el rincón del Sí se opera bajo la confianza de que la revocación, siendo masiva, no necesita de voces. La despersonalización de la campaña es una ilusión, sobre todo porque los medios portadores del Sí exhiben profusamente a personajes revocadores sin considerar su desgaste o desprestigio. Considerar que pueden seguir siendo voceros eficaces de la revocación una ex parlamentaria que se niega a devolver el dinero mal habido o un falsificador de firmas, constituye un acto de autorrevocación de los revocadores.
La campaña parece haber adoptado un curso no deseado por los adversarios de Susana Villarán y de la Municipalidad de Lima. Al diluirse lentamente la disputa planteada contra una autoridad supuestamente ineficiente y establecerse en el debate los valores de la decencia y el derecho de la ciudad a vivir en paz y orden, la campaña necesita de nuevos mensajes, actores y ofertas. El No aparece mejor posicionado para entregar respuestas positivas a esa expectativa ciudadana, en tanto que el Sí evidencia mayores problemas para integrarse a una campaña cuya evolución no adivinaron y que les exige un nuevo discurso.

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